De la pasión a la emoción: el origen de Sensalea

Desde que tengo uso de razón, la creatividad ha sido mi forma de expresión. Crecer en una familia donde el arte y la artesanía eran parte del día a día marcó mi camino. Mi abuelo, carpintero, creaba increíbles escudos tallados a mano y muebles en miniatura, mientras que mi madre y mi abuela me enseñaban técnicas como el bolillo y el punto de cruz. Desde pequeña, todos destacaban mi talento y el nivel de detalle con el que realizaba cada pieza.

Con el tiempo, decidí estudiar Diseño Gráfico y especializarme en Diseño Estratégico de Packaging, pero la vida me llevó por otro camino. Aunque no encontré trabajo en el sector, mi pasión por crear seguía viva. Fue entonces cuando descubrí el paper art, inspirado en artistas como Diana Beltrán, y empecé a desarrollar esculturas de papel y a hacer mesas de decoración para comuniones. Trabajando en una librería, me encargaba de diseñar escaparates y piezas personalizadas, y ahí me di cuenta de algo muy poderoso: la emoción que generaba en las personas al hacer realidad sus ideas.

Siempre me ha fascinado la magia de los regalos personalizados. En cada amigo invisible o detalle especial, me esforzaba en conocer los gustos de la persona y
transformar el regalo en una experiencia única. Ver la alegría y sorpresa en los demás me hizo entender que mi verdadera vocación era esa: crear piezas personalizadas que conecten con las emociones y hagan sentir especial a quien las recibe.

Así nació mi marca: un espacio donde la creatividad, la personalización y la emoción se unen para ofrecer detalles únicos que cuentan una historia.

Cada pieza que creo no es solo un regalo, sino un viaje a los sentimientos de quien lo da y de quien lo recibe